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lunes, 8 de septiembre de 2014

Uhmlanga, mi base en KwaZulu Natal

Llegué a Uhmlanga de pura casualidad luego de fracasar sistemáticamente en encontrar un hotel en Durban. Tenía ese día Una puntería bárbara
No me quedaba un centavo en el bolsillo. Todo mi dinero se lo había dado al policía que me persiguió por el autopista.

Uhmlanga resultó de lo mas agradable. Primero pasé a mirar el The Oyster Box. Me gustaba la ubicación y su diseño. Aquí reciben gente desde 1869, cuando Uhmlanga siquiera existía. Desde los años 30 es un hotel de lujo con huéspedes de la talla del Principe Alberto II de Mónaco y la Princesa Charlene quienes eligieron este lugar para pasar su luna de miel en julio del 2011.

Ese día era sábado a la noche y había un quilombo tremendo en Durban y muchísimo movimiento en Uhmlanga. Aprovechando que se veía de lo mas seguro, bajé a procurarme un poco de comida. Ya era tarde. Había muy buen ambiente en sus calles y bares, y apenas un lugar libre en donde sentarse.
Estaba sorprendido por la gente bien vestida y los autos que pasaban.

Uhmlanga es una zona muy bonita unos 20 kilómetros al norte de Durban. Es un área elegida por los mas adinerados para vivir o pasar los fines de semana, y la cercanía al centro de la ciudad y su buena conexión con el aeropuerto, lo hacen un lugar muy deseado para los turistas que llegan de todo el mundo a esta zona con mas de 200 kilómetros de playas doradas.
Cuando en Uhmlanga, todo parece estar destinado al placer. La ciudad esta muy cuidada y como no falta nada para distraer al visitante (hay todo tipo de actividades en la urbe y alrededores) perfectamente puede considerarse como un gran destino vacacional.
El lugar parece hecho para caminar, y si bien no está prohibido circular en auto, las calles están diseñadas de tal manera que uno prefiera estacionar y seguir de a pata (especialmente durante los fines de semana, en donde circular se hace realmente difícil).
Decidí hacer de Uhmlanga mi base para recorrer las varias playas y montañas de la provincia de KwaZulu Natal , como El Valle de las Mil Colinas, visitar algunos parques nacionales y pegarme unas buenas caminatas por la nueva promenade que se extiende a lo largo de 3 kilómetros, terminando en la laguna de Uhmlanga, en donde hay un sendero que atraviesa un bosque y te lleva a un cañaveral, tan típico de este área de Sudáfrica. De hecho, el nombre Uhmlanga en idioma Zulú, es "Lugar de las Cañas".
El sendero demanda poco mas de una hora, y es mejor hacerlo durante el día, y no muy temprano en la mañana ya que se juntan algunos vagabundos. Se puede ver monos con facilidad y es un buen lugar para los observadores de aves.
Enclavado muy cerca de la costa, el Faro de Uhmlanga, de 21 metros de altura, alerta a las embarcaciones sobre las fuertes corrientes de agua que suelen suceder ene estas costas. Su luz se ve a 24 millas náuticas de distancia.
El faro es de 1954, y es automático desde la primera hora. Lo hicieron para reemplazar al antiguo faro de 1869, destruído y corroído por el paso del tiempo.
Se puede visitar (las oficinas están en el Oyster Box).
Las playas de Uhmlanga son muy limpias, y salvo la parte de las rocas, seguras. Todos los días se revisan a la vista de todos las redes para los tiburones, que en esta zona los hay, y de a montones.
Las cálidas aguas y la arena se van aclarando hacia el este del país y del continente.
A poca distancia se ven los barcos cargueros esperando su turno de entrada al ajetreado puerto de Durban, el mas grande de África y el cuarto del hemisferio sur.
En el año 2007, las autoridades decidieron construir un muelle duradero, ya que el anterior se desmoronaba seguido. El diseño simula un esqueleto de ballena que se extiende a lo largo de sus 80 metros, pero construído de tal manera que cuando hay fuertes corrientes, el agua fluye por debajo sin ensuciar la playa  de Uhmlanga Rocks, que por lo general es muy limpia y su agua transparente.
El muelle es parte del mismo proyecto de la promenade. Esta iluminado por las noches y tiene bancos para sentarse.
La provincia de KwaZulu Natal (también conocida como Zululand) rebasa de cultura y tradiciones.
Fue un acierto hacer de Uhmlanga la base para recorrer "La Ciudad Jardín". Por las noches me sentía en Europa, comiendo en restaurantes internacionales, viendo gente de todo el mundo, o caminando por sus impecables aceras a cualquier hora de la noche en completa seguridad. De día trataba de alejarme de la civilización y recorría en la camioneta todo cuanto me era posible por las verdes colinas de Zululandia.
Uhmlanga no defraudará a los mas exigentes. Además de la calidad de vida que ofrece, uno puede pasar varias semanas recorriendo esta provincia que ofrece una variedad enorme de propuestas naturales, culturales, gastronómicas, de vida nocturna o de aventura.

lunes, 19 de mayo de 2014

El Valle de las Mil Colinas

La panorámica escenografía de el Valley of Thousand Hills se encuentra en la provincia de KwaZulu Natal, a poco mas de media hora de viaje de la ciudad de Durban.

Había conocido la noche anterior a un viejo muy culto y de humor ácido. El tipo era botánico jubilado y se jactaba de tener la mejor marihuana del país.
Ya había pasado algunos días en Durban y sus alrededores, y el viejo me pareció un buen compañero de viaje, así que lo invite a pasar un día entero entre las montañas del Drakensberg. Acepto encantado, y a la mañana siguiente, cuando lo busque por su casa, me estaba esperando afuera con un pack de cervezas y una bolsa de marihuana, la cual guardaba con ajo.

El camino una vez que llegamos al àrea es muy lindo, con curvas y subidas continuas. No importa donde uno vaya, siempre obtiene vistas de pequeños valles escarpados, y tal como reza su nombre, compuesto por "mil" colinas que se pierden en el fondo de nuestro horizonte visual.

Esta zona es facilmente accesible desde la ciudad, pero hay mucho para ver y hacer, por lo que quizás lo mejor sea salir sabiendo a donde uno se dirige. Por toda la comarca hay una gran variedad de actividades para realizar entre el destacado entorno natural. La oferta gastronómica, vitivinícola y hotelera no se queda atrás y ofrece un abanico de posibilidades con una buena calidad promedio de servicio. De hecho, la zona viene recibiendo gente desde 1830, cuando los primeros colonos ingleses se aventuraban tierra adentro en esta geografía por entonces desconocida, y paraban a dormir en su primera noche en las afueras de Durban, que comento en mayor profundidad en mi post de Uhmlanga, mi base en KwaZulú Natal 
Mi nuevo amigo, además de guiarme, me enseñaba mucho acerca de la rica flora de la zona. Un apasionado en la materia que mientras caminábamos, se agachaba para dar vuelta una hoja y contaarme cosas de lo mas interesantes. Dominaba el idioma Zulú, y señalando cada tanto en cuando me contaba las historias de cuando estas tierras eran el reino de Shaka, un envidiable guerrero. Un gran estratega. El último gran emperador de estos lados.

Durban, al igual que Ciudad del Cabo, tiene su propia "Table Mountain", un pico de 960 metros de altura al que los locales llaman EmKhambathini. Hacia allá nos dirigimos mientras me contaban las historias de los primeras familias de granjeros ingleses, muchas de las cuales seguían poseyendo las tierras de sus antepasados.

Nos acercamos a almorzar a Phezulu Safari Park , un complejo turístico en donde hay un parque de cocodrilos y un serpentario que cuenta con los ejemplares mas infames del continente, como la Black Mamba de Pulp Fiction, una variedad de Cobras, la Green Mamba, pitones, y otras que te ocasionarían una terrible y veloz muerte.
Allí comimos un plato típico zulú de salchichas de cordero con mucho coriandro, y acompañado de porotos y generosas raciones de chili. Una muestra de la fusión culinaria de estas tierras en la que alguna vez he comentado en el post de Comiendo en Sudáfrica.
Caminamos a un mirador a probar su cosecha personal. Se veía una gran actividad en los valles, con tierras cultivadas (plantaciones de caña de azúcar), algunas vacas pastando, hoteles que daban sobre otros miradores similares al nuestro, y muchas nuevas casas de gran porte y envergadura.


Una guía simpática y experimentada nos llevo a recorrer el lugar. Aprendimos algunas cosas de los cocodrilos, como así también de las serpientes.
Tras terminar nos unimos a un numeroso grupo de escolares para disfrutar una performance de los siempre pintorescos bailes zulúes, y como no, volver a disfrutar de unas carnes locales antes de regresar a la ciudad.
Con la guía coincidíamos en el color de calzado

Al final del día me fui con la sensación de que hay mucho para ver y hacer en esta zona, y he de volver en alguna oportunidad a esta tierra Zulú, de parsimonia, gastronomía y cultura. Se entiende por que es el destino vacacional preferido de los habitantes de Durban,  ciudad portuaria también bañada por las aguas del océano índico, de bellas y largas playas, fusión de culturas y humedad.


jueves, 23 de enero de 2014

Comiendo en Sudáfrica

Comer en Sudáfrica resulto una grata sorpresa. En las grandes ciudades visitaba restaurantes dos veces al día, y cuando viajaba por las provincias comía lo que me era ofrecido. Lo que no tenía pensado es que iba a disfrutar tanto comer.

Hoy en día hay una sana fusión con herencia inglesa y holandesa y muchos aportes e ingredientes usados tanto por los indígenas (Zulú, Xhosa, Sotho, etc), como por los inmigrantes malayos e indios que aquí viven en gran numero.

El  Sudáfricano tiene gran aficción a las carnes rojas vacunas. Para ellos no hay nada mejor que el Braai, que no es otra cosa que carne asada a la parrilla. Esta costumbre que rápidamente se disemino por el sur de África, la impusieron los Boers, ya que eran ellos los dueños originales del ganado.

Cualquier excusa es buena para juntarse y tirar unas carnes a las brasas. El sudafricano ama la vida al aire libre y la vive plenamente.

Por lo general en las grandes ciudades de Sudáfrica se come bien y variado. Existen restaurantes con cocinas de todos los rincones del mundo, con materia prima fresca y buen nivel de comida, y muchas cosas para que los curiosos como yo podamos seguir expandiendo nuestras fronteras culinarias.

Por la herencia Europea se come muy temprano. Los restaurantes abren a las 5 de la tarde y al cabo de dos horas el lugar esta lleno.
A las diez de la noche mitad de las cocinas ya están cerradas.

El servicio en las grandes ciudades es un capítulo aparte. Impresiona la cantidad de personal que destinan para atender al comensal. Cada lugar cuenta con un ejército de empleados.

A nadie le gusta la espera y no ser atendido cuando sale a comer. Estamos de acuerdo. En Sudáfrica son tantos los empleados que no tardaran en acercarse.
Están tan al pedo, que uno los tiene prácticamente siempre encima. Que te llenan el vaso, que te ofrecen mas pan, que te preguntan si estaba rica la entrada, te charlan y te advierten que tengas cuidado con el salero. Hasta me armaron nuevamente la mesa en una ocasión en la que derrame un poco de vino, mientras mi plato esperaba y se enfriaba  en la mano de un mozo.
Uno no termina de masticar, que ya te sacan el plato. Tantas veces me rompían las pelotas que me terminaba yendo antes de disfrutar de un postre o una copa.

Pensé que la razón por tener tantos empleados era impositiva (y debe ser). Le conté mi parecer al administrador Indio de uno de los hoteles donde pare, y me dijo que en Sudáfrica es una señal de status tener muchos empleados. Me contaba  que si el comensal ve que no levantan inmediatamente un plato, o la copa esta medio vacía, la atención es mala. Por lo que cada lugar que se jacta de bueno debe tener una docena de empleados. Parte de la idiosincrasia del país.

El personal de servicio es negro. Siempre negro. Son Sothos, Zulúes, Xhosas. Con el tiempo aprendí a diferenciarlos.
Rara vez he visto lugares atendidos por blancos.

En el interior la comida cobra un matiz mas africano con otras carnes menos apreciadas que acompañan platos con salsas picantes.
Mucha comida hecha a la cacerola, como guisos y pucheros, que recuerdan su influencia inglesa.
Entre las comidas locales que probé estaba esta empanada, el Sosatie, que  me resulto muy parecido a un Kebab, y hasta sabía igual.
El Biltong es carne seca, que es tan popular que se vende en casi todos lados, y hasta se puede comprar pequeñas maquinas para hacer en casa nuestro propio Biltong. Había probado en las regiones andinas de América del sur, el Charqui, que también es carne deshidratada, pero en ese caso de llama o guanaco, pero el Biltong es mucho mas rico. Lo que nació como una necesidad de mantener la carne por mas tiempo, se convirtió en un bocado muy popular.
El Bunny Chow es un tipo de pan, muchas veces relleno de carne de cordero y mucho curry, que debe comerse con la mano, aunque muchas veces vas perdiendo el jugoso relleno mientras lo comes.
Un plato antiguo es el Bobotie, que es como un pastel de carne de cordero con huevo arriba. Siempre resulta sugerente, y el sabor del curry lo invade todo mientras encontramos alivio y un buen maridaje con lo dulce que le agregan (pasas de uva, manzana, chutney, banana).

Me han quedado muchos platos por probar, ya que cuando tenía oportunidad, centraba mi atención en pescados de nombres difíciles de recordar y mariscos varios.

Los vinos son tan buenos que uno termina eligiendo la comida en base a lo que quiere tomar, pues resultan de primera calidad.  Especialmente los vinos blancos. Sudáfrica es el noveno mayor productor de vinos en el mundo, y lo vienen haciendo cada vez mejor desde 1659.
Las cervezas locales también son notables y hay una gran variedad.

La fruta es bastante buena. Se destaca el sabor de la palta (aguacate) y del melon. Al ananá le dí varias oportunidades pero nunca encontré uno rico.
No me pareció que sean muy adeptos a su consumo.

En términos generales no resulta caro salir  a comer a un buen lugar. Tampoco es barato, aunque siempre podamos encontrar algo a mejor precio que en casa, como por ejemplo los mariscos o ciertos pescados de mar. Sudáfrica te da la posibilidad de encontrarte con nuevos sabores. Si te gustan las carnes te sentirás muy a gusto con sus cortes de avestruz, cocodrilo u otras carnes mas exóticas.
Si visitas Durban sentirás que estas en India y hasta podrás hacer una ruta del curry, (que verás, se lo toman muy en serio) y terminar siendo experto en la materia.






sábado, 26 de octubre de 2013

El jardín botanico de Durban

Siempre disfruto de los parques y de los jardines botánicos de las ciudades que visito, y el de Durban combina lo mejor de ambos mundos en un solo lugar.

El Jardín Botánico de Durban es el mas viejo de todo el continente africano, y a la vez es la institución pública mas antigua de todo Sudáfrica.
En realidad el lugar no nació como jardín botánico, si no como un especie de centro de cultivos agrícolas en 1849. La idea era enseñarle a la población local métodos mas efectivos de siembra.
Con el paso de los años, los jardines botánicos de todo el mundo empezaron a trabajar en equipo y lograron enormes avances en la investigación de nuevas y viejas plantas de una enorme biodiversidad.
El lugar esta super cuidado, y te gusten o no la botánica, es un espacio verde digno de admiración, con sus muchos jardines temáticos, y su numerosa flora repartida en forma de parque.
Esta lleno de bromelias y tiene una variedad de orquídeas bastante grande en un recinto construido para albergarlas y enseñarlas al público.

Hay también árboles traídos de todas las regiones del mundo, que hoy, muchos años mas tarde, ostentan gran porte y belleza.
El lugar esta lleno de espacios y rincones, e incluso tiene un lago donde se aprecian decenas de aves con suma facilidad.

En las fotos, algunos de los jardines cerrados.
Entre las principales y mas atractivas variedades que puede uno observar están las Cícadas, que son un grupo muy primitivo de plantas que ha logrado sobrevivir los últimos 280 millones de años. Se parecen a las palmeras.
Algunas de estas cícadas largan toxinas tan fuertes que pueden matar un animal grande como una vaca. Si tiene suerte el animal, "solo" quedara paralítico.

domingo, 26 de mayo de 2013

Una puntería bárbara

Finalmente conseguí alquilar una camioneta sin tener registro (explicación). Caja manual, volante a la derecha, y el botón del tanque de combustible tan escondido, que cuando hizo falta la primera vez fue difícil encontrarlo.

Mi segundo hotel en Johannesburgo estaba en un especie de complejo, o barrio cerrado, y antes siquiera de salir a la calle ya le había marcado las dos llantas del lado izquierdo subiendo sin querer a las veredas. Un bestia, pero lleva unos minutos acostumbrarse al volante en "el otro lado".

Me familiarice con el GPS que era un TomTom, y no un Garmin, que es el que uso, y arranqué hacia el sur del país, mas precisamente a la ciudad de Durban, tercera en población y el puerto mas importante del continente africano y del país.
Nos separaban 600 kms, y todo un espléndido día para recorrerlos.

Las autopistas Sudafricanas están en impecable estado y las rutas secundarias que tomé en buena parte del recorrido llenas de cráteres poco amigables.

Los tipos se toman muy en serio el tema de la seguridad vial y la máxima velocidad nunca supera los 120 kms/hora, regla que trate siempre de respetar.

Hice dos o tres paradas en pueblos de el camino, y apuré por el autopista hacia Durban.

Eran tres carriles. Yo venía por el rápido, es decir el de la derecha, ya que se maneja al revés. De golpe veo un operativo policial que había cerrado los dos primeros carriles y una docena de policías parados sobre la cinta asfaltada, hicieron señas como para que pare inmediatamente.
Disminuí la velocidad. Doblé frenando para la izquierda, y cuando miro por el espejo retrovisor quise pensar que no era a mí a quien paraban.

Baje de quinta a tercera, con mi mano izquierda ya mas acostumbrada, y seguí pillo en dirección a  Durban en un no tan rápido pero seguro escape.

En el peaje pude ganar un poco de tiempo, ya que entre las colas de autos, habían abierto una nueva casilla de cobro y pude llegar primero. Pague justo y arranqué rápido todavía pensando en la policía.

Pasaron varios kilómetros y minutos. Ya me había olvidado del tema, cuando varias luces potentes iluminaron mi espejo retrovisor, y observé  un patrullero se acercaba hacia mí a enormes velocidades. No tardo en alcanzarme. Se me puso al costado, y casi me pecha hacia la banquina para que frene. Eso hice, claro.

(Uy, la cagué!)

El oficial de policía estaba todo transpirado y de muy mal humor. Bajó del moderno bólido y se acercó a mí con una mano encima de su pistolera desabrochada. Yo puse mis manos bien visibles por arriba del volante, hasta que me ordenó bajar del vehículo.

Me retaba (con justa razón) por no haber frenado, y peor, haberlo hecho subir al auto para perseguirme kilómetros por la autopista, según el, poniendo en riesgo a terceros.
Que era el fín de mis días, que lo iba a tener que acompañar a la estación para que me dieran multas varias, que jamás iba a volver a manejar,  y no se que más.

Todavía no me había pedido el registro. Ups.

Yo permanecía parado con el pasaporte y mis papeles incompletos en una mano, mientras le pedía disculpas por no haberme detenido. Ya estaba en el horno, y la situación solo podía empeorar.

Había conseguido la falsa denuncia prometiéndole al oficial de turno que no manejaría en Sudáfrica. Me había dejado bien en claro que no tenía valor para manejar en Sudáfrica, y probablemente en países vecinos, pero me la dio, pues ese ya no era su problema.

El agente tenía bigotes largos hasta la pera, y ambos brazos tatuados con diseños tribales de color negro, que podía ver, ya que llevaba una camisa de mangas cortas.

- "What are you doing here in Durban, sir?"

Le explique que estaba recorriendo el país, de vacaciones por unas semanas antes de apuntar hacia otros destinos.

Mientras seguía pidiendo disculpas el tipo me pidió el registro, que, como harto expliqué no tenía. Subí como acostumbrado al lado izquierdo del auto (donde esta el volante en casi todos los países) y me sente en el asiento. Esta vez iba a tener que pagar por mis errores.
Cuando el oficial se acerca a mi ventana le pregunto si había mas peajes en lo que me restaba del camino a Durban. No había.

Acostumbrado a policías corruptos, me tiré un lance preguntándole si no podía "pagarle" a él la multa así nos evitábamos perder todo el tiempo que suponía esperar a una grúa (y quien sabe que otro castigo por no tener la documentación necesaria). Todavía no había mostrado nada.

- "How much money do you have?" - me pregunta
Not much. R190 (unos USD25)
Enseguida yo agarro la plata y sin sacarla del auto, o sea donde nadie podía ver, se la pongo en la mano.

- "I don´t know what to do", - me dice sin sonrojarse.

Para hacer corto el cuento, me salí con la mía. No mostré un documento, y pude seguir mi camino.
Esa estuvo cerca. Mi cuerpo libre comenzó a transpirar y me mantuve lento en el carril del medio, manejando manso hasta que llegué a la ciudad.

No tenía reserva alguna, primero por que rara vez las tengo,  y segundo porque Durban es un destino vacacional y hay miles y miles de camas. Tampoco una dirección hacia donde apuntar, por lo que busqué estar cerca del mar aprovechando de que se trata de una ciudad costera.

Pase por un township (villa) pegada a la ciudad. La noche caía mientras veía como catzo salir vivo de ahí, y apuntar hacia el mar, en donde están los hoteles.

En la promenade había no menos de 30 torres de hoteles. Muchos horribles y muy venidos abajo, y otros mas tipo torre, todo muy onda SoBe en Miami. Mucho Art Decó y colores tropicales.
Elegí desde afuera los que me gustaban, pero no conseguí cuarto en ninguno. Seguí con los feos pero tampoco tenían lugar.

Que está pasando?

La ciudad estaba llena de gente en sus calles. Mucho ruido. Mucho borracho en el medio de la calle. Autos por todos lados. Negros pintados de blanco, como con harina. Indios. Muchos indios.

Pase por un estadio y a juzgar por el ruido que sentí desde afuera, la cancha estaba llena.
Tampoco tuve éxito en el Casino cercano. Ya era de noche y me maldecía por esa costumbre que tengo de viajar sin reservas.

Entré a no menos de 40 hoteles. En serio, cuarenta. Nadie tenía lugar, y yo había bajado al máximo mis pretensiones. Solo quería una maldita cama.

Apunté hacia otras zonas mirando mi rudimentario mapa. Mucho calor afuera y una enorme humedad empañaban mi parabrisas dificultándome la visión. De noche y manejando del otro lado, ya estaba aburrido y deseando llegar a algún lado.

Llegué al puerto. Calles vacías llenas de basura. Era el único auto y la gente de las veredas se acercaban desde lejos hacia mí, como mirando curiosos, o quizás con ganas de robarme.
¿Como salgo de acá?

Cada tanto, en mis intentos de volver a la ciudad, me subía a un autopista rogando que no tuviese peajes ya que no me quedaba un solo Rand en el bolsillo.
Seguí fracasando. Pase por un segundo township y me felicité por estar viajando solo, de noche, y en una ciudad peligrosa, para colmo en los barrios mas peligrosos. Seguí así, Johann. Vas a terminar bien.

Harto estaba. Harto. Ya habían pasado 4 horas de búsqueda. Nunca en mi vida me costó tanto conseguir un hotel. Ni siquiera en pleno Oktoberfest en Munich, o en ciudades que reciben a miles de congresistas, o peregrinos.

A lo lejos veo una torre del Hilton. Se veía a la distancia como un oasis. Le indique al GPS mi nuevo destino y hacia allí partí decidido a dejarme robar por la cadena hotelera.
Lobby enorme e impecable. Dolían los ojos de lo que brillaba el piso. Pido un cuarto para la noche.

Llegué en un mal día. Se jugaba en el estadio el clásico de la ciudad, había también partido de Rugby (deporte muy afecto de los Sudafricanos) y hasta un maratón en la ciudad. Para peor, era también el Día de Africa por lo que todo el continente estaba de feriado.

Un disparate el precio del Hilton. Estaba muerto y hubiera pagado el doble de lo que quería gastar, pero el precio que me pasaron no lo iba a aceptar. Incluso con las ganas de llegar a algún lado que tenía.
Me dieron un mapa y consejos de hacia adonde apuntar, y como salir de ese área que no tenía otros hoteles a su alrededor.

Seguí fracasando hotel tras hotel. Ya pensaba en dormir en la camioneta. ¿Pero a donde? ¿Donde puedo dormir y que no me afanen todo?

La horda de público invadía las calles con sus cantos y Vuvuzelas. Toda la ciudad sonaba. Camisetas amarillas y negras. Otras verdes y blancas. De lejos veía corridas por las calles aledañas, y escuchaba botellazos contra el pavimento, y sirenas de ambulancias y de policías.  Lo que me faltaba.

Ya no me sentía seguro. No sabía a donde ir. Apunté hacia el norte y me vine a los suburbios.
Unos 16 kilómetros mas adelante, después de haber barrido la ciudad desde el auto llegué al bonito pueblo de Uhmlanga Rocks (la "H" se pronuncia "Sh").
Aquí la cosa cambia. Esta lleno de buenos hoteles, muchos restaurantes, locales, y nada de (aparente) peligro en sus calles.
Tampoco fue fácil conseguir un lugar, pero finalmente, después de mucho esfuerzo, acá estoy.

Anoche odiaba a Durban. Hoy me levanté con vista al mar y un rico y reparador desayuno. En breve vuelvo a la ciudad para recorrer los sitios que desde aquí fui preparando. Tranquilo, con mis pertenencias a salvo y sabiendo que hoy tengo donde dormir.

Mañana arranco a recorrer varios destinos de esta fascinante provincia. Kwazulu Natal es de los rincones mas vibrantes del continente. Después les cuento.