Cuando uno visita Marruecos o cualquiera de los países que forman parte del Magreb, las imágenes de los mercados o souks parecen multiplicarse, y Essaouira y los pueblos que la circundan no son la excepción.
En "la capital africana del viento" (como se conoce a Essaouira gracias a la constante acción de los Vientos Alisos) los mercados de especies, de ropa, carne, cerámicas y otros se van repitiendo por doquier. Existen decenas. Al andar uno siempre termina internado en una suerte de laberinto en donde es imposible no perder el sentido de orientación, y eso lo hace tanto mas divertido.
Las calles de Essaouira nunca dejan ver del todo lo que se esconde mas allá de los 40 o 50 metros inmediatos, pero de seguro que a la vuelta de la esquina te toparás con alguno de ellos. En la Medina funciona el souk Jdid con varios mercados dentro (carne, cereales, comida en general). A la postre se van repitiendo hasta hacer de ésta una experiencia quizás monótona para quienes llegan hasta aquí sin buscar algún producto en particular como pueden ser las especias o el famoso aceite de Argán.
El aceite de Argán De hecho aquí, y en especial en la ruta que va o viene de Marrakesh, existen un montón de cooperativas de aceite manejadas generalmente por mujeres. En esta oportunidad conocí la de Afous Argan (a 20 kilómetros de Essaouira), una típica trampa para turistas en donde, por ejemplo, venden el aceite mucho mas caro que en las ciudades grandes. Aún así vale la pena la experiencia de ver su manufactura, colaborar, y disfrutar del paisaje circundante, en donde es muy común ver a las cabras trepadas a lo mas alto de los árboles tratando de llegar a sus frutos.
En Marruecos el regateo parece ley. Los mercados de comida hacen excepción a esta regla y son, junto a los hoteles, los restaurantes y el transporte público, de las pocas cosas en el país que funcionan con precios fijos. No vale la pena intentarlo. Allí no hay lugar para el regateo ni las negociaciones.
Si uno muestra interés en algún producto de los caros (por ejemplo una alfombra), les será ofrecido un vasito con té de Hierbabuena (شاي بالنعناع - parecido a la menta) como gesto de hospitalidad y para entablar la negociación necesaria con el vendedor.
Luego se vuelve a servir una segunda ronda de té, y es en esa instancia cuando se espera acordar en el precio. Recuerden no ofertar "al divino botón", pues esta gente esta tratando de ganarse el pan.
A la salida de la Medina de Essaouira se encuentra el Mercado Bab Doukkala. Este mercado está orientado al marroquí, y no al turista. Se vende mucha baratija, de la onda de "Todo x $2". Una de esas bolsas de nylon reforzado que se ve a la derecha de la foto superior todavía la tengo. Es irrompible.
En los alrededores de la ciudad, digamos en un radio de unos 40 kilómetros cuadrados, existen numerosos souks. Se trata de los "mercados semanales" (casi siempre al aire libre), en donde la actividad rota alrededor de los pueblos como para darle lugar y protagonismo a todos.
En cualquiera de los mercados se consiguen todos los ingredientes básicos de la gastronomía Marroquí. Naranjas, pimientos, aceitunas, especias y dátiles se van repitiendo en las estanterías de los puestos.
En los mercados especializados de ciertas calles se vende carne de cabra y de cordero, que son las mas consumidas en Marruecos y el Magreb.
Cuando hay tiempo para un recreo se ve a hombres jugando al Fetach, un juego de estrategia originado en Medio Oriente (probablemente Egipto) y que es antecesor del juego de Damas.
En español es conocido como Alquerque.
No tan grande como el de Marrakesh, aunque igualmente interesante, el Mercado de las Especias es un festín para los sentidos.
Como en tantos otros mercados del mundo, en Essaouira también venden esas yerbas milagrosas que todo lo curan.
La alfarería está muy presente en la cultura de Marruecos. Cada ciudad tiene su propio tipo de cerámica. Son habituales las tiendas de recuerdos donde venden platos y tajines, y dispares los precios acorde a la calidad de cada uno de los trabajos o tipo de material utilizado.
En el puerto de Essaouira hay una verdadera ciudad de pescadores. Allí se encuentra el bien ponderado Fish Market , una de las propuestas imperdibles de esta ciudad que basa gran parte de su economía en la pesca, en especial para quienes nos gusta todo lo que sale del mar.
Sólo las sardinas y los langostinos cuestan menos que en otras latitudes, y como uno tiende a tratar de probar cosas nuevas, habrá que desembolsar unos cuantos Dírham.
Lo bueno es que uno elige el pescado, acuerda un precio con tal o cual vendedor, y te lo preparan ahí mismo a la parrilla. Más fresco imposible. Sin duda el mejor lugar de la ciudad a la hora de comer.
En "la capital africana del viento" (como se conoce a Essaouira gracias a la constante acción de los Vientos Alisos) los mercados de especies, de ropa, carne, cerámicas y otros se van repitiendo por doquier. Existen decenas. Al andar uno siempre termina internado en una suerte de laberinto en donde es imposible no perder el sentido de orientación, y eso lo hace tanto mas divertido.
Las calles de Essaouira nunca dejan ver del todo lo que se esconde mas allá de los 40 o 50 metros inmediatos, pero de seguro que a la vuelta de la esquina te toparás con alguno de ellos. En la Medina funciona el souk Jdid con varios mercados dentro (carne, cereales, comida en general). A la postre se van repitiendo hasta hacer de ésta una experiencia quizás monótona para quienes llegan hasta aquí sin buscar algún producto en particular como pueden ser las especias o el famoso aceite de Argán.
El aceite de Argán De hecho aquí, y en especial en la ruta que va o viene de Marrakesh, existen un montón de cooperativas de aceite manejadas generalmente por mujeres. En esta oportunidad conocí la de Afous Argan (a 20 kilómetros de Essaouira), una típica trampa para turistas en donde, por ejemplo, venden el aceite mucho mas caro que en las ciudades grandes. Aún así vale la pena la experiencia de ver su manufactura, colaborar, y disfrutar del paisaje circundante, en donde es muy común ver a las cabras trepadas a lo mas alto de los árboles tratando de llegar a sus frutos.
En Marruecos el regateo parece ley. Los mercados de comida hacen excepción a esta regla y son, junto a los hoteles, los restaurantes y el transporte público, de las pocas cosas en el país que funcionan con precios fijos. No vale la pena intentarlo. Allí no hay lugar para el regateo ni las negociaciones.
Si uno muestra interés en algún producto de los caros (por ejemplo una alfombra), les será ofrecido un vasito con té de Hierbabuena (شاي بالنعناع - parecido a la menta) como gesto de hospitalidad y para entablar la negociación necesaria con el vendedor.
Luego se vuelve a servir una segunda ronda de té, y es en esa instancia cuando se espera acordar en el precio. Recuerden no ofertar "al divino botón", pues esta gente esta tratando de ganarse el pan.
A la salida de la Medina de Essaouira se encuentra el Mercado Bab Doukkala. Este mercado está orientado al marroquí, y no al turista. Se vende mucha baratija, de la onda de "Todo x $2". Una de esas bolsas de nylon reforzado que se ve a la derecha de la foto superior todavía la tengo. Es irrompible.
En cualquiera de los mercados se consiguen todos los ingredientes básicos de la gastronomía Marroquí. Naranjas, pimientos, aceitunas, especias y dátiles se van repitiendo en las estanterías de los puestos.
En los mercados especializados de ciertas calles se vende carne de cabra y de cordero, que son las mas consumidas en Marruecos y el Magreb.
Cuando hay tiempo para un recreo se ve a hombres jugando al Fetach, un juego de estrategia originado en Medio Oriente (probablemente Egipto) y que es antecesor del juego de Damas.
En español es conocido como Alquerque.
No tan grande como el de Marrakesh, aunque igualmente interesante, el Mercado de las Especias es un festín para los sentidos.
Como en tantos otros mercados del mundo, en Essaouira también venden esas yerbas milagrosas que todo lo curan.
La alfarería está muy presente en la cultura de Marruecos. Cada ciudad tiene su propio tipo de cerámica. Son habituales las tiendas de recuerdos donde venden platos y tajines, y dispares los precios acorde a la calidad de cada uno de los trabajos o tipo de material utilizado.
En el puerto de Essaouira hay una verdadera ciudad de pescadores. Allí se encuentra el bien ponderado Fish Market , una de las propuestas imperdibles de esta ciudad que basa gran parte de su economía en la pesca, en especial para quienes nos gusta todo lo que sale del mar.
Sólo las sardinas y los langostinos cuestan menos que en otras latitudes, y como uno tiende a tratar de probar cosas nuevas, habrá que desembolsar unos cuantos Dírham.
Lo bueno es que uno elige el pescado, acuerda un precio con tal o cual vendedor, y te lo preparan ahí mismo a la parrilla. Más fresco imposible. Sin duda el mejor lugar de la ciudad a la hora de comer.
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