El Parque Nacional Gobustán (Patrimonio de la Humanidad - Unesco) fue establecido en 1966 con el objeto de proteger las más de 6000 pinturas rupestres que tiene esta región de Azerbaiyán poblada hace más de 40.000 años.
El sitio arqueológico se encuentra a 64 kilómetros del centro de Baku, y por lo general es un programa o excursión, que combinado con los curiosos y numerosos volcanes de lodo que hay en el camino, demanda unas 3 o 4 horas sin contar el transporte. Nuestro chofer de turno manejaba muy contemplativo y a baja velocidad. Nos llevó casi tres horas llegar, previas compras en el camino, pues íbamos a dormir en carpa en algún lugar del parque nacional y bajo un manto de estrellas.
En nuestro último día en Bakú tomamos rumbo suroeste en 4x4 para recorrer el Gobustan National Park, o propiamente dicho el Gobustan Rock Art Cultural Landscape. Ya no volveríamos a la capital de Azerbaiyán, por esa razón teníamos contratado un guía que aunque hablaba poco, sabía inglés y tenía una 4x4 para poder cruzar el Desierto del Qobustán, lo cual resultó moco de pavo.
A las 30 cuadras del centro uno ya descubre un Azerbaiyán completamente diferente al de la capital.
Nuestra primer parada en el parque nacional fue un museo que tiene funcionando unos pocos años. Dotado de una moderna estructura y de un personal capacitado, el museo es el mejor lugar para empezar el recorrido antes de salir a ver las pinturas rupestres.
El museo tiene al entrar un vestíbulo temático y con las placas de ocasión, como las de Unesco, en donde alguna guía de ocasión te recibe con una sonrisa de 3/4 para llevarte en un recorrido a través de los milenios. El museo está dividido en varias salas. La primera de esas explica el paso de más de 40.000 años en lo que hoy es el área del Qobustan. En la sala siguiente podemos encontrar todo lo relacionado al descubrimiento del sitio arqueológico, trabajos que no se han detenido desde 1940.
Hay otra sala (casi todas tienen forma circular) que muestra con imágenes en pantallas el comportamiento del hombre prehistórico y la relación que guardaba con su entorno.
La guía repite acostumbrada, los mismos textos en inglés que podemos ver en las paredes. Todo es muy claro y salvo en temas puntuales no hay mucho que preguntar.
El museo cerrado (y digo cerrado por que el verdadero "museo" se encuentra a pasos y a cielo abierto) se completa con dos o tres salas con petroglifos y sus debidas explicaciones, la relación del hombre cazador con los animales de su entorno y una sala de cine con capacidad para 32 personas, en donde proyectan un cortometraje (o varios, no lo sé) sobre la riqueza cultural del Qobustan.
Tras terminar la visita en el museo cerrrado y agradecer a la guía de turno, otra persona nos recibe en el vestíbulo, esta vez para recorrer el exterior del sitio y explicarnos todo acerca de algunas de las más de 6.000 figuras (petroglifos) que se encuentran talladas en las rocas del Parque Nacional Gobustán, una de las galerías a cielo abierto mejor preservadas del mundo.
Estamos en las montañas de Jinghirdag a finales de la primavera, y el calor empieza a sentirse en un sitio que tiene apenas sombra.
Se supone que las tribus locales bailaban en homenaje a sus dioses antes de salir de cacería. Una de las primeras figuras que vimos, y de las más importantes del lugar fue la de un grupo de personas bailando, que son las mismas que figuran en un extremo del billete de 5 Manat, la moneda local. El mismo billete que uno necesita para pagar la entrada de ingreso al parque nacional, aunque en la mayor parte de los casos ya viene incluída en la excursión contratada en Baku.
En el pasado, y estoy hablando de miles de años atrás, la flora y la fauna presente en el Qobustan era mucho mas amplia y diversa que la que se encuentra hoy en día. Había en esos momentos un clima subtropical con muchas lluvias. Las aguas del Mar Caspio tenían un nivel más alto y sus orillas acariciaban por poco las piedras que hoy contienen los petroglifos. Tan alto era el nivel de las aguas que un estrecho las comunicaba con las del Mar Negro. En la foto superior podemos ver un tipo de barco utilizado en aquellos tiempos.
Sólo recorrimos el área cercana al museo y al estacionamiento, un lugar que lleva el nombre de "Boyukdash" muy cerca a las costas del Mar Caspio. Un sitio que no fue elegido al azar, ya que hay alrededor petroglifos de gran calidad en las varias suertes de cuevas.
Cómo las piedras del lugar son bastantes blandas, los grabados en las piedras se encuentran a mayor profundidad que otos sitios similares que pude conocer en mi derrotero. En 2007 la Unesco incorporó este sitio a la lista de Patrimonio de la Humanidad, el mismo año que Tyfelfontain cuyos petroglifos tuve la suerte de visitar más o menos un año atrás.
Hacia la Edad de Bronce las figuras de animales fueron perdiendo su importancia. Los nativos rara vez le pedían suerte a los dioses en sus cacerías pues ya domesticaban animales y cultivaban el suelo. Hay unas pocas que se presume fueron hechas por los pastores del momento.
Entre muchas huellas del paso del tiempo por aquí están las de Alejandro Magno (también conocido como Alejandro "El Grande" o Alejandro III de Macedonia), y siglos más tarde por los Romanos. Entre medio hay una teoría de tribus llegadas desde Escandonavia por mucha gente en el área con raíces indoeuropeas u no túrquicas. Cómo ven un sitio con mucha historia que vale la pena visitar.
El sitio arqueológico se encuentra a 64 kilómetros del centro de Baku, y por lo general es un programa o excursión, que combinado con los curiosos y numerosos volcanes de lodo que hay en el camino, demanda unas 3 o 4 horas sin contar el transporte. Nuestro chofer de turno manejaba muy contemplativo y a baja velocidad. Nos llevó casi tres horas llegar, previas compras en el camino, pues íbamos a dormir en carpa en algún lugar del parque nacional y bajo un manto de estrellas.
En nuestro último día en Bakú tomamos rumbo suroeste en 4x4 para recorrer el Gobustan National Park, o propiamente dicho el Gobustan Rock Art Cultural Landscape. Ya no volveríamos a la capital de Azerbaiyán, por esa razón teníamos contratado un guía que aunque hablaba poco, sabía inglés y tenía una 4x4 para poder cruzar el Desierto del Qobustán, lo cual resultó moco de pavo.
A las 30 cuadras del centro uno ya descubre un Azerbaiyán completamente diferente al de la capital.
Nuestra primer parada en el parque nacional fue un museo que tiene funcionando unos pocos años. Dotado de una moderna estructura y de un personal capacitado, el museo es el mejor lugar para empezar el recorrido antes de salir a ver las pinturas rupestres.
El museo tiene al entrar un vestíbulo temático y con las placas de ocasión, como las de Unesco, en donde alguna guía de ocasión te recibe con una sonrisa de 3/4 para llevarte en un recorrido a través de los milenios. El museo está dividido en varias salas. La primera de esas explica el paso de más de 40.000 años en lo que hoy es el área del Qobustan. En la sala siguiente podemos encontrar todo lo relacionado al descubrimiento del sitio arqueológico, trabajos que no se han detenido desde 1940.
Hay otra sala (casi todas tienen forma circular) que muestra con imágenes en pantallas el comportamiento del hombre prehistórico y la relación que guardaba con su entorno.
La guía repite acostumbrada, los mismos textos en inglés que podemos ver en las paredes. Todo es muy claro y salvo en temas puntuales no hay mucho que preguntar.
Tras terminar la visita en el museo cerrrado y agradecer a la guía de turno, otra persona nos recibe en el vestíbulo, esta vez para recorrer el exterior del sitio y explicarnos todo acerca de algunas de las más de 6.000 figuras (petroglifos) que se encuentran talladas en las rocas del Parque Nacional Gobustán, una de las galerías a cielo abierto mejor preservadas del mundo.
Estamos en las montañas de Jinghirdag a finales de la primavera, y el calor empieza a sentirse en un sitio que tiene apenas sombra.
Se supone que las tribus locales bailaban en homenaje a sus dioses antes de salir de cacería. Una de las primeras figuras que vimos, y de las más importantes del lugar fue la de un grupo de personas bailando, que son las mismas que figuran en un extremo del billete de 5 Manat, la moneda local. El mismo billete que uno necesita para pagar la entrada de ingreso al parque nacional, aunque en la mayor parte de los casos ya viene incluída en la excursión contratada en Baku.
En el pasado, y estoy hablando de miles de años atrás, la flora y la fauna presente en el Qobustan era mucho mas amplia y diversa que la que se encuentra hoy en día. Había en esos momentos un clima subtropical con muchas lluvias. Las aguas del Mar Caspio tenían un nivel más alto y sus orillas acariciaban por poco las piedras que hoy contienen los petroglifos. Tan alto era el nivel de las aguas que un estrecho las comunicaba con las del Mar Negro. En la foto superior podemos ver un tipo de barco utilizado en aquellos tiempos.
Cómo las piedras del lugar son bastantes blandas, los grabados en las piedras se encuentran a mayor profundidad que otos sitios similares que pude conocer en mi derrotero. En 2007 la Unesco incorporó este sitio a la lista de Patrimonio de la Humanidad, el mismo año que Tyfelfontain cuyos petroglifos tuve la suerte de visitar más o menos un año atrás.
Hacia la Edad de Bronce las figuras de animales fueron perdiendo su importancia. Los nativos rara vez le pedían suerte a los dioses en sus cacerías pues ya domesticaban animales y cultivaban el suelo. Hay unas pocas que se presume fueron hechas por los pastores del momento.
Entre muchas huellas del paso del tiempo por aquí están las de Alejandro Magno (también conocido como Alejandro "El Grande" o Alejandro III de Macedonia), y siglos más tarde por los Romanos. Entre medio hay una teoría de tribus llegadas desde Escandonavia por mucha gente en el área con raíces indoeuropeas u no túrquicas. Cómo ven un sitio con mucha historia que vale la pena visitar.
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